sábado, 4 de febrero de 2012

Magdalenas de la Abuela



INGREDIENTES


6 huevos
1/2 l. de leche
3/4  Kg. de azúcar
1/4 de l. de aceite desahumado
La ralladura de un limón
1 Kg. de harina candeal
1 caja de gaseosas del Tigre
Canela molida
Moldes de papel

PREPARACIÓN
Mezclar los huevos, el azúcar, la harina, la ralladura de la piel del limón, un poco de canela , el aceite desahumado frío ( para desahumar el aceite se calienta el éste en una sartén con la cáscara de naranja y cuando empiece a echar humo se aparta.) y la leche. Remover bien y añadir los sobres de gaseosas, echando primero los blancos, removiendo y agregando después los azules.
Formar una masa sin grumos y rellenar los moldes de madalenas o magadalenas,  pero sólo hasta la mitad. Espolvorear con azúcar cada molde y meter en el horno precalentado hasta que estén doradas, teniendo cuidado de no abrir durante la cocción el horno, para evitar que no suban.

Aunque hoy día, no tenemos tiempo para detenernos a elaborar este tipo de bollería, y la oferta del mercado es cada día más amplia, no cabe duda  que no pueden igualar a unas buenas magdalenas caseras.
Por eso, desde estas páginas, animo a todas y todos a sentarse alrededor de una mesa  a compartir con la familia y amigos estas riquísimas magdalenas. Esas mesas camilla de las de antes, grandes, con sus faldillas de fieltro. Esas mesas camillas que unían a la familia alrededor de ella, donde se decidían los acontecimientos importantes. Allí también es  donde nos sentábamos a pintar, a bordar, a charlar con las vecinas, cuando las vecinas eran como  la propia familia. Con ellas se compartía casi todo, no como ahora  que apenas sabemos quienes viven en la puerta de al lado, porque nuestro estilo y ritmo de vida está cambiando mucho,  y nos perdemos muchas cosas buenas por el camino.
¿Quién  en los años sesenta y setenta no ha hecho su vida alrededor de esta mesa camilla? 
Ahora tenemos todas las comodidades : la calefacción y el agua caliente central, los suelos de madera, sofás enormes, donde estar casi tumbada toda la familia, pero nos falta esa mesa camilla, que  nos unía físicamente y era el punto de unión y comunicación de la misma.






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